Desde que leí esas palabras, me
empecé a imaginar el corazón como un camino por donde pasan los recuerdos. Un
camino o mejor dicho una calle por donde en vez de circular vehículos circulan
recuerdos conducidos por imágenes, sonidos u olores y como en todo camino hay
conductores imprudentes, entonces los recuerdos se chochan o, en el mejor de
los casos se insultan entre ellos.
Uno va creciendo con una ruta
adentro. Primero empieza siendo un sendero, donde puede pasar una bicicleta o
un par de patines, pero el amor necesita más espacio, entonces necesitamos una
avenida, más tarde llegan más amores que ya no caben ni siquiera en una
autopista.
Así el corazón de mi abuelo, de
tan transitado, se llenó de transeúntes, algunos recuerdos hasta traían
acoplados con otros recuerdos adentro.
Cuando sintió el peso de su carga
en el cuerpo, él mismo se encargó de pasarme todos sus recuerdos, o al menos
los que él creía que debían seguir circulando cuando ya no esté.
Hoy cargo con toneladas de recuerdos
que pasan y vuelven a pasar por mi corazón y busco construir un puente hacia el
tuyo, mi corazón tiene los carriles averiados y los amores no pueden quedarse
sin un lugar para transitar, te pido, de abuelo a nieto, que construyamos un
puente.
El mendigo